Artista: José Pedro Croft
Fecha: 1995
Tamaño: 90 x 140 cm
Museo: Culturgest - Fundação Caixa Geral de Depósitos (Lisboa, Portugal)
Técnica: Escultura
No es difícil describir esta escultura de José Pedro Croft. Es un bloque de yeso en el asiento de una silla Thonnet que ha tenido sus piernas cortadas para que pueda descansar directamente en el suelo. Podemos repetir esta descripción una y otra vez, pero nunca agotará la densidad de esta escultura, más que los simples elementos de los que está hecha. Aunque reconocemos los elementos, no traducen la extrañeza del hundimiento en la tierra que la silla parece haber sufrido debido al exceso de peso del bloque, como si fuera un monolito que demostró brutalmente la fuerza de la gravedad. Durante esta fase de su trabajo Croft utiliza a menudo mesas y sillas, elementos de mobiliario que son parte de nuestra relación más elemental con la casa, pero que son también metáforas tridimensionales de nuestro cuerpo. Las sillas son sustituciones visuales para un cuerpo, no sólo por su obvia ergonomía, sino porque están asociadas con un conjunto de metáforas comunes sobre la ausencia (la expresión “ silla vacía” se refiere más al cuerpo que no se sienta allí que la propia silla). El uso de sillas amputadas o aserradas asociadas con sólidos blancos geométricos es equivalente a la contraposición entre la memoria del cuerpo humano y el modernismo escultórico abstracto y asertivo. Sin embargo, hay otro hecho que viene a la superficie de la escultura de Croft en ese momento y que se encuentra en la figuración de la materia a través del peso de una forma compacta e ineludible. A veces esa figuración de peso está conectada a un equilibrio inestable. De una manera u otra, el destino de estas esculturas es ir, a través del canal de la escala humana, hacia nuestra percepción corporal, hablando a nosotros de la naturaleza de la escultura sin ninguna metáfora, sin ningún simbolismo, sin ninguna retórica. Su intensidad deriva de la sensibilidad corporal que activan, de colocarnos como una masa móvil en un espacio en relación con otro que posee una reminiscencia humana en la naturaleza figurativa de los muebles que usan. Después de estas obras la escultura de Croft a menudo utilizaría espejos que nos chupan en los espacios de sus intervenciones; cambiaría de esta escala corporal a otra, arquitectónica. En cualquiera de los casos hay un carácter impactante y al mismo tiempo profundamente humano, ya sea a través de la alteridad que nos proporcionan o a través de la habitabilidad o desequilibrio espacial que implican. La escultura de José Pedro Croft es nuestro cuerpo y cree que el espíritu es parte de él. Delfim Sardo
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