Artista: Mário Cesariny De Vasconcelos
Fecha: 1983
Tamaño: 74 x 100 cm
Museo: Culturgest - Fundação Caixa Geral de Depósitos (Lisboa, Portugal)
Técnica: Aceite Sobre Lienzo
BARTLEBY “Estoy en un pedestal muy alto, aplaudiendo y dejándome ir solo a casa”, comentó Mário Cesariny hacia el final de su vida, cuando el reconocimiento público pesaba mucho sobre él, no sin un cierto placer discreto. Su carrera había sido muy larga cuando murió en casa el 26 de noviembre de 2006. Había escrito muchos libros, e hecho muchas recopilaciones de textos, manifiestos y, sobre todo, poesía. Estaba muy activo en la zona del surrealismo, un arma política y poética que descubrió en 1947 en su contacto en París con André Breton, cuya vida tomaría como una forma de ser. Mário La carrera de Cesariny de Vasconcelos ha sido debidamente descrita, inventariada y discutida. Ya ha sido catalogado y honrado con encomiaciones. En las profundidades de su curso, específicamente en su obra artística (si se puede separar de su actividad poética), brilla una luz que nace de una creatividad que está alejada de cualquier idea del virtuoso. Estaba interesado en el proceso, la pérdida de control, el invento de pequeñas disciplinas de trabajo que proporcionaban resultados en los que el azar ocupaba un lugar determinado. En el exquis de cada obra llevó a cabo con otros artistas y compañeros en el arte, en las figuras del sismo dibujadas al ritmo de los movimientos de tirones de tranvías, en las figuras respiradas escupidas en el papel – en todas estas cosas siempre hay la misma voluntad de permitir que algo suceda más allá de la tiranía de la conciencia, previa a la razón artística y, por lo tanto, quizás más profunda. Este rechazo de lo sistemático, el plan, el mapa, la competencia de la mano, la destreza acrobática del gesto es lo que saca el continuo de lo que él llamó surrealismo. Más allá de los grupos y sus amistades con Alexandre O’Neill, Fernando de Azevedo, Marcelino Vespeira, António Pedro y José-Augusto França (primero), o con Cruzeiro Seixas, Pedro Oom, António Maria Lisboa, Carlos Calvet, Mário-Henrique Leiria (segundo, y después de salir de los primeros), Cesariny siguió un camino solitario. A menudo se rindió (jugando piano, escribiendo), como si el Bartleby de Melville fuera su ejemplo. “Preferiría no hacerlo”, parece hacerse eco de muchas maneras a través de su camino frágil, intenso y a menudo vibrante. Delfim Sardo
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