La chica roja – (Modigliani) Previo Próximo


Artista:

Tamaño: 38 x 46 cm

Museo: Galleria Civica di Arte Moderna e Contemporanea Torino (Torino, Italy)

Técnica: Aceite Sobre Lienzo

Cuando pintó este retrato, Modigliani había estado en París durante unos diez años. En la capital francesa, sus actividades en busca de la línea pura le llevaron a sentirse apasionado por la obra de Cézanne y a frecuentar el Bateau-Lavoir, el lecho de cubismo, donde conoció a Picasso, Derain, Vlaminck, Van Dongen, Laurens, Max Jacob y Apollinaire. Luego, gracias a su doctor Paul Alexandre, que lo llevó bajo su ala, se desarrolló en interés del arte primitivo, visitando las colecciones del Museo Etnográfico, el Museo Guimet y las secciones etnográficas del Museo Trocadéro. También hizo un retorno a tiempo completo a la pintura en 1915, después de cuatro años pasados tratando su mano en la obra más física de la escultura, a la insistencia de Constatin Brancusi. Su obra, principalmente centrada en la figura humana, se puede dividir en dos registros estilísticos diferentes: por un lado, retratos de amigos y conocidos, pintados de manera familiar y reconocible; y por otro, retratos anónimos, en los que los deseos del estudio formal toman prioridad sobre la definición fisionómica o psicológica de los modelos, que a menudo eran conocidos casuales de los cafés parisinos que coincidían. El jefe de la mujer pelirroja pertenece a este segundo grupo. Volviendo alrededor de tonos cálidos, desde marrones hasta canela, quizás debido a la influencia de su amigo Chaim Soutine y sus rojos abrasadores, este retrato muestra todas las características de la pintura de Modigliani. La ausencia de iris y pupilos se había vuelto sistemática en aquellos años, debido al período anterior de retratos cezanianos, en el que la toma de ojos se resolvió sintéticamente con un lugar oscuro, y su trabajo escultórico, en el que se canceló toda definición expresiva a través de la mirada canónica. Más que una deuda hacia el lenguaje sintético del cubismo se puede reconocer en su audaz simplificación formal, desde el oval de la cara a la definición torpe de las características corporales, que alcanza su culminación en la intersección de los ojos y la nariz, con los ojos puestos asimétricamente más cerca y la nariz perfilada incoherentemente.

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