Artista: Pedro Sousa Vieira
Fecha: 1992
Tamaño: 22 x 30 cm
Museo: Culturgest - Fundação Caixa Geral de Depósitos (Lisboa, Portugal)
Técnica: Dibujo
A principios de los años noventa Pedro Sousa Vieira tenía un estudio en Braga, en una casa de principios del siglo XX. Todas las habitaciones estaban vacías de muebles, pero las paredes estaban cubiertas de dibujos de carbón A4. En una de las habitaciones había un escritorio, un pequeño espacio para este trabajo hecho obsesivamente de mañana a noche. El dibujo se había convertido en una actividad absoluta llevada a cabo como un proceso interminable, hecho en carbón en papel, siempre del mismo tamaño. Probablemente había hecho más de treinta mil dibujos, de los cuales trescientos permanecieron después de una estricta selección de tamiz. Son así el resultado de una destilación, de un proceso de saturación y purificación hasta que se convirtieron en dibujos de dibujos, macerados, complejos, tortuosos, misteriosos, físicos, metamorficos, frágiles y afilados. Las hojas de papel fueron dibujadas en ambos lados y, como sucede con obras de arte y personas, han estado envejeciendo. El carbón ha sido absorbido lentamente por el papel, y ligeros fantasmas del otro lado de la página están empezando a emerger en la superficie, en un proceso entrópico que les otorga cuerpo y grosor. Están envejeciendo bien, como los cuerpos que llegan a conocerse bien con el tiempo, manteniendo la memoria viva de la tarea gigante a la que dan testimonio. Son quizás el conjunto más impresionante de un proyecto centrado en el dibujo realizado en los últimos años, junto con la obra de João Queiroz, Ângelo de Sousa y Jorge Queiroz. Pero el dibujo de Pedro Sousa Vieira tiene algo que los hace únicos: dentro del proceso de dibujo mismo, tienen la intención de descubrir lo que nace cuando uno declina este verbo fuera del análisis de su estructura gramatical, porque no fueron producidos desde un punto de vista analítico, sino desde un abandono de la conciencia. Esta búsqueda de un gesto puro de dibujo está condenada al fracaso, y Pedro Sousa Vieira lo sabe tan bien que se deshizo del noventa por ciento de su producción porque, en última instancia, se necesitaba un juicio crítico sobre la inmersión que le había llevado. Así que los dibujos que pertenecen a la Colecção da Caixa Geral de Depósitos no son sólo (aunque también son) documentos de una actuación radical e íntima; son momentos de un proceso demostrativo sobre cómo el dibujo es una actividad sin contornos, una práctica, un continuo, un mantra. Delfim Sardo
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