Happy Victims: Vivienne Tam, 2001 – (Tsuzuki Kyochi) Previo Próximo


Artista:

Tamaño: 120 x 137 cm

Técnica: Fotografía

El fotógrafo japonés Kyoichi Tsuzuki se considera periodista. En numerosas series de fotografías actuó como reportero de fotos, dando información sobre las áreas menos glamorosas de la vida privada japonesa. Para su libro Tokyo Style a principios de los años noventa, logró mirar detrás de las escenas de la capital y documentar apartamentos privados de Tokio que de otra manera eran completamente inaccesibles y en los que vestigios de la vida tradicional se combinaron con patrones de consumo occidentales en un pequeño espacio. El otro lado de los clichés turísticos también se muestra en su libro Roadside Japón, que está diseñado como una “guía turística alternativa” y consta de una colección de curiosidades en parques temáticos y colecciones privadas en todo el país (y que luego fue complementada por Roadside America y Roadside Europe). Tsuzuki también utilizó un estilo documental para su informe sobre el lado oculto de la sexualidad institucionalizada en Japón, en su serie fotográfica sobre los Love Hotels, los Image Clubs, y los museos sexuales que eran comunes en los años 80. Para su serie Happy Victims, que surgió en 2002 como una coproducción entre Mudam y el Festival Internacional de Artes de la Mode d’Hyères como parte de un proyecto más grande titulado Universe for rent, Tsuzuki fotografió colecciones de ropa de marcas de moda específicas en los apartamentos de sus propietarios. Los tesoros de estas “fashion victimas” se extienden en sus pequeños apartamentos, reflejando la pasión por la moda o una etiqueta de moda específica que coloca una gran tensión en sus recursos financieros. Al mismo tiempo, la visión de su esfera privada interior protegida revela parte de la personalidad de estos fashionistas para quienes el fetiche de la “Fashion” desempeña un papel central en su vida. En una sociedad de masas que es en gran medida funcional y homogeneizada en sus formas organizativas, la moda transmite la individualidad y por lo tanto una identidad distinguible. Como producto consumidor, la moda está bajo una presión permanente de la innovación, su valor conceptual supera drásticamente su valor puramente funcional. El objeto del consumo casi tiene un estatus de culto; actuando como superficie de proyección para anhelos de creación de identidad se convierte en fetiche, y se le asigna un significado mitológicamente inflado como creación por un creador de moda. Tsuzuki

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