Nacido: 1882
Fallecimiento: 1969
Biografía:
Daniel Vázquez Díaz (Aldea de Río Tinto —actual Nerva—, 15 de enero de 1882-Madrid, 17 de marzo de 1969), fue un pintor español. Considerado un artista entre el realismo y el cubismo —también denominado por otros como neocubismo— fue un retratista y paisajista sobresaliente. Dentro de su obra destaca la decoración mediante frescos de unas salas del Monasterio de La Rábida, Palos de la Frontera como una alegoría de carácter muy personal del descubrimiento de América.
Considerado una figura clave en la pintura española de mediados del siglo xx fue una referencia para los pintores renovadores o vanguardistas de la época y para muchos investigadores actuales. Aunque existe una amplia bibliografía sobre él, han surgido discrepancias sobre muchos aspectos de su vida, debido especialmente a errores y equívocos del propio artista en sus declaraciones sobre sí mismo ante los medios.
Su obra se encuentra repartida por todo el mundo y tras su fallecimiento ha sido objeto de retrospectivas en importantes pinacotecas. El Centro de Arte Moderno y Contemporáneo 'Daniel Vázquez Díaz' de su localidad natal acoge algunas de sus obras más representativas al igual que ocurre con el Museo provincial de Huelva, que desde 1973 dispone de un número importante de sus obras que ha ido creciendo en los últimos años.
Vázquez Díaz —hijo de Daniel Vázquez y Jacoba Díaz Núñez— pertenecía a una familia acomodada de la actual localidad de Nerva, Huelva, denominada aún por entonces Aldea de Río Tinto. Esa población era considerada un centro cultural de la zona de la Cuenca Minera donde además existía una importante problemática social de explotación y miseria suscitadas por las compañías mineras allí instaladas. Pasó parte de sus primeros años en Sevilla, donde realizó el bachillerato en los salesianos y, tras ello, comenzó a estudiar la carrera de comercio a los diecisiete años. Tres años después se graduó como profesor mercantil. Es importante resaltar el hecho de que a los diez años de edad visite el Museo de Bellas Artes de esa ciudad, quedando impactado por las obras de Zurbarán o El Greco que influirán posteriormente y de manera evidente en su obra. De 1897 datan sus primeras obras conocidas como El pozo y la higuera y El seminarista, dos años antes de vender su primer cuadro.
Trasladándose en 1903 a Madrid se dedica a realizar copias en el Museo del Prado. Durante esos primeros años en la capital hizo amistad con Ricardo Baroja, su hermano Pío Baroja y el futuro Premio Nobel de Literatura, Juan Ramón Jiménez. Famosos son los retratos realizados a los intelectuales de su generación. En 1904 presentó una obra en la Exposición Nacional de Bellas Artes recibiendo la Mención de Honor por el retrato de la actriz Gloria Laguna. Dos años después, durante una estancia en verano, se interesó por el paisaje vasco y expuso en el Salón del Pueblo Español de San Sebastián. Participó en el Salón de Independientes y hizo una muestra en 1908 con Picasso en la Galería Rue Trouché. Al artista malagueño lo había conocido por mediación de Paco Durrio, manteniendo con él una estrecha relación.
Ese mismo año se desplazó de nuevo a Sevilla, exponiendo junto a meritorios pintores como Pablo Picasso o Juan Gris y conociendo a Antoine Bourdelle, que lo inició en la técnica de la pintura al fresco.
Conoció también a la que será su musa, la escultora danesa Eva Preetsman Aggerholm, protagonista de decenas de cuadros y con la que se casó en 1911. Al año siguiente nació su hijo Rafael Vázquez. En su nuevo círculo se encuentran los intelectuales Rubén Darío, Manuel Machado y Amado Nervo. Durante esa época siguió haciendo visitas periódicas a Nerva donde, ya célebre, se le dispensaron diversos homenajes. Comenzó a realizar su serie de retratos de toreros sin dejar el paisaje vasco. En 1914 pintó su interesante obra Los ídolos, expuesta en el Museo Nacional de Tokio.
Meses después llegó a París, ciudad donde permanecería durante nueve años. Allí, una de las primeras personas a las que conoció fue Amedeo Modigliani. Establecido definitivamente en 1918, encontró en el cubismo su medio ideal de expresión. A juicio de los críticos, y a diferencia de autores como Juan Gris, no fue un cubista intelectual, sino que utilizó las formas externas, la morfología del cubismo, para rehacer su lenguaje, característico por el uso de colores sobrios y grises, y por lo recio de sus planos. Estas características transmiten una especial solemnidad a su obra, considerada en cierta medida por algunos autores como zurbaranesca, en la línea también de su paisano, amigo y coetáneo Eugenio Hermoso, con quien había realizado sus primeros estudios en Sevilla y en Madrid.
En 1918 expuso en Madrid en el Salón Lacoste y fue criticado por los clásicos acusándosele de «extranjero» dada su formación foránea.
En el Salón Lacoste se ha presentado el pintor Vázquez Díaz al público madrileño. A pesar de ser español, Vázquez Díaz es un extranjero en España. Casi toda su vida la ha pasado en París, y de París es su educación artística, y de París su arte [...] Vázquez Díaz ha creído inequívocamente que en Madrid iba a obtener la misma expectación que en París. Ha olvidado incomprensiblemente que España es hoy el país del mundo que cuenta con los mejores pintores, con los únicos pintores de esta época, que pasarán justamente a la posteridad, porque son los únicos que hacen arte verdadero, sano y consciente.
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