Fernando Gallego

Fernando Gallego

Lugar: Salamanca

Nacido: 1440

Fallecimiento: 1507

Biografía:

Fernando Gallego fue un pintor gótico español, el más destacado exponente del estilo hispanoflamenco en Salamanca y su área de influencia.
La escasa documentación conservada no permite conocer ni el lugar ni la fecha de su nacimiento, que se ha supuesto tuviese lugar en Salamanca y hacia 1440. Nada se sabe de su formación y primeros años, pero el estilo de sus obras demuestra que en sus inicios (Piedad del Museo del Prado) estuvo sujeto a la influencia ya un tanto arcaica del gótico internacional y en deuda con Dello Delli y Nicolás Florentino, autores del retablo mayor de la Catedral Vieja de Salamanca. A ellos debe la concepción idealizada de los paisajes, alejados de cuanto se hacía en Flandes. ​ Pero su formación se habría completado, sin salir del ámbito castellano-leonés, en el entorno de un pintor que por ahora no es posible determinar, conocedor del estilo flamenco, sin que quepa descartar una aproximación a ese estilo a través del estudio de pinturas y grabados de ese origen llegados a Castilla en abundancia. ​
La primera referencia documental, de 1468, lo sitúa trabajando para la catedral de Plasencia junto a un pintor desconocido llamado Juan Felipe. El hecho de que en ese año pudiese ya contratar por su cuenta hace pensar que tuviese más de veinticinco años, siendo este el único dato con que se ha contado para determinar la fecha de su nacimiento. En febrero de 1473 concertó con el cabildo de la catedral de Coria la realización de seis retablos que debía dar por terminados en el plazo de un año por valor de 60.000 maravedíes. Las actas capitulares que recogían el acuerdo, en las que se nombraba como árbitros a fray Pedro de Salamanca y a García del Barco, teniéndolos por pintores famosos, llamaban a Fernando Gallego «vecino de Salamanca». ​
La siguiente noticia es ya de 1486, cuando se le encuentra censado en Ciudad Rodrigo, lo que concuerda con las fechas de ejecución del retablo mayor de su catedral, que hubo de realizarse entre 1480 y 1488. Por fin, en julio de 1507, un desconocido pintor llamado Pedro de Tolosa reclamó a la Universidad de Salamanca el pago de lo que se le debía por la obra de la tribuna de la capilla universitaria, que tenía contratada con «Hernán Gallego», siendo esta la última noticia documental relativa al pintor a quien, según dicho documento, se le encontraría con más de sesenta años ocupado en una obra menor. ​
Perdidas todas las documentadas, el catálogo de las obras de Fernando Gallego ha de comenzar con la tabla de La Piedad con donantes del Museo del Prado firmada «FERNĀDO.GALLEĜS.», cuya procedencia se desconoce. ​ La vestimenta de los donantes, retratados a menor escala que el grupo principal, y lo que se ha llamado una influencia flamenca «insuficientemente digerida», permiten datar esta obra en los inicios de la carrera del pintor, hacia 1470. ​
Poco posterior es el Retablo de San Ildefonso de la Capilla de San Ildefonso o del Cardenal, situada a los pies de la catedral de Zamora, que se sabe hubo de ser pintado hacia 1475-1480. Firmado «FE N–AD9.GALECVS» en el centro y abajo de la tabla de la Imposición de la casulla a san Ildefonso, consta de seis tablas dispuestas en dos cuerpos, predela y guardapolvo en buen estado de conservación excepto las tablas centrales, que han perdido parte de su pintura. A pesar de su carácter temprano es una de las obras de mayor calidad del pintor y también de las más personales, probablemente ejecutada de su mano en su conjunto, o con escasa participación del taller, como pondría de manifiesto la firma, con la que el pintor estaría expresando un deseo de reconocimiento profesional y que únicamente se encuentra en tres de las obras de su primera etapa. ​ Siendo la capilla fundación del cardenal Juan de Mella, que antes de marchar a Roma había sido arcediano de Madrid en el cabildo de Toledo, en las tablas del cuerpo del retablo se representan en el piso superior el Bautismo de Cristo y la Degollación del Bautista a los lados del Calvario, y en el inferior tres motivos de la leyenda de san Ildefonso de Toledo: la aparición de santa Leocadia a san Ildefonso y al rey Recesvinto, la imposición de la casulla con el cardenal como donante, aunque, muerto en Roma en 1467, no puede tratarse de un verdadero retrato, y la veneración de las reliquias de san Ildefonso. En la predela o banco bustos de santos (Juan Evangelista, Nicolás de Bari, Pedro, Jerónimo y Santiago el Mayor) con la Santa Faz o velo de la Verónica, y en el guardapolvo, tratadas como esculturas en grisalla, Adán y Eva arriba, con un azadón y un huso respectivamente, simbolizando los trabajos y penas a los que son condenados tras comer el fruto prohibido —un higo—, y las alegorías de la Iglesia y la Sinagoga abajo, representadas la primera como doncella joven con un cáliz y una Hostia en la mano izquierda y un estandarte con la cruz en la derecha, y la segunda como mujer anciana, encorvada, dejando caer las tablas de la Ley, los ojos velados como indicio de ceguera y la lanza quebrada en oposición al gallardete erguido de la Iglesia. ​ Esta iconografía, que Fernando Gallego va a repetir con ligeras variantes como el color amarillo de la túnica que viste la sinagoga en los brazos del trono del Cristo bendiciendo del Museo del Prado, se explicaba según Erwin Panofsky con la frase «Vetus testamentum velatum, novum testamentum revelatum» y se relacionaba desde su origen, hacia el siglo XII, con un versículo de las Lamentaciones de Jeremías: «La corona ha caído de nuestras cabezas, ¡ay de nosotros que hemos pecado! porque nuestro corazón es débil y nuestros ojos están cegados». ​

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