Lugar: Valencia
Nacido: 1849
Fallecimiento: 1916
Biografía:
Ignacio Pinazo Camarlench fue un pintor español. Es uno de los más destacados artistas valencianos de fin de siglo, de estilo impresionista.
Pinazo nació en el seno de una familia humilde, con lo que se vio obligado desde muy joven a contribuir con diferentes ocupaciones al sostenimiento de su familia. Solo había cursado el octavo año en la escuela cuando su madre murió de cólera en una de las pandemias que asolaron España. Entre los diversos empleos que tuvo están el de platero, decorador de azulejos y pintor de abanicos. Después de la muerte de su padre pasó a vivir con su abuelo y empezó a estudiar en 1864 en la Academia de Bellas Artes de San Carlos (Valencia). Durante esta época se ganaba la vida como sombrerero.
Comenzó su formación artística a los veintiún años de edad, consiguiendo su primer éxito tres años más tarde, en Barcelona. En 1871, por primera vez, presentó obras en la Exposición Nacional de Bellas Artes. Estuvo dos veces en Roma, la primera gracias a la venta de un cuadro (1873), la segunda becado (de 1876 a 1881). Allí comenzó sus grandes producciones de historia, alejadas de los convencionalismos del género. En esta primera parte de su carrera pintó cuadros de carácter academicista.
A partir de 1874 comenzó una línea pictórica más íntima e impresionista. Cuando regresó a su ciudad natal, abandonó los temas históricos y en su lugar comenzó a pintar temas familiares, desnudos y escenas de la vida cotidiana. Se le considera precursor de Joaquín Sorolla y Bastida y de Francisco Domingo, tanto en el tema como en el estilo. De hecho, se dedicó sistemáticamente a llevar al lienzo o la tabla aquellas escenas de la vida cotidiana que observaba diariamente, como su obra Los Mayos (Museo Carmen Thyssen Málaga). En esta obra, los elementos realistas se funden con los simbolistas y una prioritaria obsesión por definir el espacio mediante el tratamiento del color y los juegos de luces y sombras.
Debido a una epidemia de cólera en Valencia, Pinazo marchó en 1884 temporalmente a Bétera, concretamente a «Villa María», la casa de campo del banquero y mecenas José Jaumandreu. Desde 1884 hasta 1886 enseñó en la Escuela de Valencia. Recibió muchos encargos de la aristocracia valenciana; entre sus clientes estuvo la Marquesa de Benicarló.
En las exposiciones nacionales de arte Pinazo logró, en 1881 y 1885, una medalla de plata, y en 1897 y 1899, medalla de oro. En 1896 ingresó como académico en la Escuela de Bellas Artes de San Carlos de Valencia. Consagrado como el primer retratista del país, tras recibir la primera de medalla de la exposición nacional de 1897, también realizó, en años sucesivos, retratos oficiales como los del ministro Juan Francisco Camacho, el presidente del Congreso de los Diputados, Francisco Romero Robledo, y del entonces joven rey Alfonso XIII. En 1900 intervino en la decoración de la escalinata del palacete de Don José Ayora, en compañía de Antonio Fillol, Peris Brell, Ricardo Verde y Luis Beüt.
En 1903 fue nombrado académico de San Fernando. Recibió una medalla real, y en 1912 la ciudad de Valencia le dedicó una calle.
De su matrimonio con Teresa Martínez Montfort, por la que sentía gran afecto, tuvo dos hijos, Ignacio y José, que más tarde se convirtieron también en pintores.
Ignacio Pinazo trabajó con colores oscuros, como el negro, el marrón y los colores terrosos, así como la brillante paleta típica del impresionismo. En sus obras, a menudo se reconocen pinceladas rápidas. Según explica Pérez-Rojas, el virtuosismo de Pinazo con técnicas afines al impresionismo parece deberse a su procedencia de un medio proletario y a que en su juventud había trabajado en varios oficios, que, posiblemente, le familiarizaron con un manejo más directo de los materiales y de las formas. Goya es uno de los referentes del pasado que interpreta de forma diferente a la de sus contemporáneos. El estudio de la afinidad con la pintura del aragonés universal es ineludible para introducirse en el universo de Pinazo.
A partir de su primera estancia en Italia, desarrolla en cascada visiones y anotaciones más impresionistas. Va desarrollando un informalismo emocional, autónomo y expresivo que, progresivamente, va dominando el conjunto de su obra. De ser una artista que bebe de la cultura del naturalismo, evoluciona hacia visiones y tensiones más psicológicas y emotivas con el cambio de siglo.
El mismo Pérez-Rojas como comisario de la exposición Ignacio Pinazo y las vanguardias, afinidades electivas, una de las varias celebradas en 2016 con motivo del centenario del pintor, analiza la intuición de Pinazo, y su capacidad de abstracción y su impulso creativo, el valor expresivo del gesto y la importancia y la autonomía de la pintura, así como su personalidad artística compleja y aglutinante, que hasta ahora no se había visualizado con protagonistas de la modernidad internacional. Estamos ante un artista que, a pesar de la entidad de su obra, está ausente en el relato dominante de la creación europea de finales del siglo XIX. Jacinto Benavente escribió sobre él: En la inquietud un tanto anárquica de nuestra moderna pintura, entre las oscilaciones de la moda, la influencia de fuertes individualidades, los titubeos de unos y las afirmaciones prematuras de otros, Pinazo ha sido uno de los grandes y seguros artistas, fieles a la realidad objetiva del arte que, sobre modas y gustos pasajeros, son como estrellas fijas, guías infalibles del camino cierto.
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