Lugar: Valencia
Nacido: 1597
Fallecimiento: 1628
Biografía:
Juan Ribalta y traspasados al Museo de Bellas Artes, aunque la autoría de la serie íntegra no se pueda sostener. El documento de donación de la colección de Diego de Vich al monasterio de la Murta permite comprobar, además, que Juan cultivó también otros géneros de los que ninguna muestra se ha conservado, como el bodegón y la pintura de costumbres, mencionándose entre obras de Paul Brill, Orrente y otros, unos lienzos atribuidos a Juan Ribalta de un plato de uvas, un hombrecillo que saluda y otro llamado de los pícaros que juegan, además de una Santa Cecilia o la Música de padre e hijo.
En 1618 firmó y fechó el San Jerónimo en su estudio del Museo Nacional de Arte de Cataluña, obra clave para fijar su estilo en la que, aún tomando como modelo el conocido grabado de Durero, la figura del santo responde a un tipo muy personal y casi vulgar en su crudo naturalismo. Su independencia profesional, con todo, no significó desvincularse del taller paterno en el que debió de asumir a partir de estas fechas un mayor protagonismo. Para hacer frente a los compromisos del taller con el obispo de Segorbe Pedro Ginés de Casanova, marchó hacia 1619 a la zona alta de Castellón en unión de su cuñado Vicente Castelló y en compañía de Abdón Castañeda, formando un equipo que trabajó en años sucesivos en Jérica y la cartuja de Valdecristo, además de en la propia localidad de Segorbe donde pintaron dos cuadros hoy perdidos para su catedral y los altares del monasterio de agustinas de San Martín, donde pertenecía a Juan el gran lienzo del titular de su retablo mayor, quemado en 1936. En 1621 contrató con el obispo de Segorbe la pintura con escenas de la vida de la Virgen de las puertas del monumental retablo de Andilla, labor por la que los tres miembros del equipo cobrarán escalonadamente entre 1622 y 1626, correspondiendo el último pago a Juan a 1624. Obra hecha en colaboración, sólo uno de los grandes lienzos de este encargo, el de la Presentación de la Virgen, está firmado por él, pudiendo corresponderle también los lienzos del Abrazo en la puerta dorada, Visitación y Circuncisión. Se advierte en ellos todavía muy vivo el recuerdo de lo escurialense, muy especialmente en el citado de la Presentación de la Virgen en el que es clara la evocación del fresco de Pellegrino Tibaldi en el claustro del Monasterio de El Escorial, lo que ha hecho pensar que los diseños para el conjunto fuesen proporcionados por el padre, «cabeza oficial del taller»; pero la supervisión general del encargo y la ejecución, cuando menos, de la firmada Presentación es, sin duda, la característica del hijo, con su técnica de pincelada precisa y menuda.
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